El sábado 2 de Julio celebramos
la fiesta Patronal en honor de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo. El frío no detuvo
a muchos fieles que se hicieron presente, con gran devoción y alegría para
festejar y dar gracias a Dios por este hermoso regalo de estos grandes Santos de la Iglesia, columnas
vivientes de nuestra fe, que nos sostienen y animan para ser verdaderos
cristianos en el mundo que nos toca vivir, para ser predicadores del Evangelio
con nuestra palabra y ejemplo en nuestro diario vivir, con las personas que nos
toque estar y extender a otras almas la Buena Noticia de Cristo, nuestro
Salvador.
Todo comenzó a las 17hs. con la
procesión por las calles de la jurisdicción parroquial, llevando la imagen del
Sagrado Corazón de Jesús, de nuestra Madre
y Patrona, la Virgen de Luján y de los Apóstoles Pedro y Pablo. A viva voz
rezamos y cantamos, alabando a Dios y dando gracias, honrando a nuestros Santos
Patronos Pedro y Pablo.
Enseguida, dimos inicio a la
celebración de la Eucaristía, -la manera más sublime para alabar y dar gracias-
presidida, como estaba anunciado por nuestro Obispo, Monseñor Oscar Sarlinga,
quien nos animó a seguir a Jesús sin miedo, confiando siempre en el Espíritu de
Dios, que es quien nos guiará e iluminará para cumplir con su Divina Voluntad,
de la misma manera que lo hizo con San Pedro y San Pablo. Sólo debemos
abandonar lo que nos aleja del Señor y seguirlo “Pedro
le dijo: ‘Nosotros hemos dejado todo lo que teníamos y te hemos seguido’” (Lc.
18, 28). Así, quien se encuentra con Dios experimenta una transformación que le
hace ser más consciente de su responsabilidad. Así sucedió con los apóstoles. Por
un lado se descubren pecadores y por otro descubren su vocación. El mismo Pablo,
experimentó la presencia de la palabra del Señor y se dedicó a proclamarla.
Ojalá nosotros, al final de nuestros días, podamos repetir, al igual que San
Palo: “He combatido el buen combate, he
concluido mi carrera, he conservado la Fe” (2 Timoteo 4, 7).
Al final de la Misa, Mons. Oscar,
bendijo un cuadro del Beato Juan Pablo ll, que luego será entronizado, para ser
venerado en nuestro templo. Otro gran Santo Apóstol de Cristo, que le dijo
siempre sí al Señor, abandonándose en las manos del Maestro, para dar testimonio de Él, con la palabra y
el ejemplo, en el sufrimiento y en el amor, confiando, no en sí mismo, sino en
el Santo Espíritu. Y ahora, desde la Vida
Eterna, intercede por nosotros, para cumplir con la misión que, a cada uno,
Dios le concede. ¡Cómo negarnos, sabiendo que contamos con la mediación de
estos grandes Apóstoles!.