Este domingo hemos iniciado la semana más intensa del año: la Semana Santa.
Con la celebración del Domingo de Ramos, damos comienzo a esta semana de contemplación del misterio del Amor. Amor que se entrega hasta la consumación completa, por la salvación de todos los hombres. Semana, en fin, en la que revivimos los momentos de la Pasión de nuestro Señor Jesucristo, hasta su muerte en Cruz.
Con la entrada triunfal de Jesús a Jerusalén, donde lo aclamamos como Rey y Salvador, revivimos nuestra esperanza en un Dios que viene a salvar y no a condenar; nos pide que lo sigamos sin condición, sólo por amor. Que esta esperanza no se esfume en el viernes santo, con la muerte de Jesucristo, sino que se avive, sabiendo que esta es la manera en que el Hijo de Dios ha querido ser elevado para manifestarnos su poder sobre el pecado y esperar en oración, su gloriosa Resurrección, como lo prometió a sus discípulos (Mateo 16, 21).
Por eso la esperanza es la alegría del cristiano, el saberse amado por un Dios que cumple su promesa, saber que viene a borrar toda culpa y llenarnos de su Espíritu.
"Nunca os dejéis vencer por el desánimo. Nuestra alegría no es algo que nace de tener tantas cosas, sino de haber encontrado a una persona, Jesús" (SS Francisco, Domingo de Ramos 2013).-