jueves, 8 de septiembre de 2011

8 DE SEPTIEMBRE. NACIMIENTO DE LA SSMA. VIRGEN MARÍA



¡Qué fecha! Alguno ya me preguntó cómo supimos que hoy era el cumpleaños de la Virgen. Bueno, nació ¿no? Claro que no lo sabemos, sí sabemos que nació. Ja,ja,ja,ja. Eso me recordó cuando era un adolescente y me pedían partida de nacimiento para algunos trámites. Yo decía "es que quieren saber si he nacido". Y sí ¡Nací! Y el acontecimiento tuvo distinto ribetes. Me quería imaginar cuáles tendría para San Joaquín y Santa Ana. Desde ya que teniendo tan linda niña en sus brazos había que ponerles babero a ambos. Pero es posible pensar que al ser una mujer su espectativa como piadosos judíos, no era tan feliz. Una mujer ocupaba un segundo lugar.



Me gusta mucho, por esa razón, el texto del Evangelio de San Mateo de hoy. La lista de ascendientes de Jesús está planteada como descendencia de Abraham y de David. Hay que ver la humildad del Señor. Pero también, Mateo se detiene a decir sobre las mujeres más significativas algunos detalles. Bien podría haberse callado este discípulo sobre todo al mencionar a Rahab (la prostituta que abrió las puertas de Jericó para que entre el pueblo peregrino del desierto a la Tierra Prometida) o de decir que la madre de Salomón "era la que fue la mujer de Urías". Situaciones incómodas. Todavía más, se ocupa cortar violentamente la lista de nombres masculinos con el detalle de María. Ella no está vinculada de manera tan cercana como las otras mujeres a su esposo. O sea, aquí la mujer no ocupó el segundo lugar. Esto es lo maravilloso. Ya no le importaba a Mateo esta realidad cultural tan metida. Los planes de Dios vienen por otro lado.



Un gran proyecto divino aparecía en esta pequeña y frágil niña. Y la verdad, a mí también se me caen las babas cuando pienso en cómo sería de pequeña la Madre del Salvador. La santidad no se improvisa en la adultez, se va cocinando desde chiquitos. Y la experiencia única de la gracia de Dios que María Santísima hizo no tengo dudas que significó una infancia feliz. Como la de aquellos niños que tan espontáneamente buscan a Dios. Y tengo varios ejemplos. Menciono uno: una niña de nuestro barrio que se conmueve ante la figura de María Santísima y sus padres son ateos. Se incomodan  de que la niña tanto les insista entrar en las iglesias, y que tenga una imagen de la Virgen, la de la Medalla Milagrosa, y no quiera saber nada de dejarla. La besa, la saluda, se llena de alegría cuando la ve. Tiene hoy unos cuatro años, pero hace esto desde los dos años de vida. ¡Y nadie le enseñó y, según sabía, no está bautizada! Ni hablar de aquella otra niña con las mismas actitudes que conocí en Salta cuyos padres estaban espantados por la significación que tenía para la pequeña las imágenes de la Virgen que siempre quería ver con el Niño Jesús en brazos. Y la pequeña se horrorizaba cuando veía la imágen de la Virgen con la serpiente a sus pies. Sentía terror y repugnancia de ver esa serpiente y les pedía a sus padres que se la sacaran. 



Si estas niñas, tocadas por la mancha del pecado original, así se portaban y se portan, ¿cómo sería aquella  pequeña "llena de gracia"?



Que tus sentimientos y tu inocencia, Madre Purísima, nos llenen a todos los consagrados que, en esta Patria Argentina, celebramos nuestro día. Anticipaste la gracia de Cristo para que viéramos hasta dónde puede llegar el amor urgido del Padre que quiere que todos los hombres se salven. Recibimos con alegría este amor abundante y desbordante y queremos ser también la alegría del Padre, el consuelo para la Iglesia que busca la inocencia entre los bautizados, y el testimonio de que ni nuestro pecado nos podrá apartar del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús

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